MALTRATO INFANTIL

sábado, 9 de febrero de 2008

El maltrato infantil ha adquirido una relevancia psicosocial cada vez mayor. Esta importancia ha tenido su reflejo en gran parte de los ámbitos de nuestra sociedad. Durante los últimos años estamos asistiendo a un incremento de la investigación, así como de los diferentes profesionales y entidades implicadas de una u otra forma en este tema.

El maltrato infantil es una realidad que daña a niños y a niñas que se supone serán el futuro del mañana, un futuro que de seguir así, será incierto, oscuro, lleno de venganza, odio y maldad.

Todo niño tiene derecho a vivir libre de violencia, de maltrato físico, verbal o sexual, por lo que ningún adulto, así sean sus propios padres pueden abusar de ellos, y mucho menos marchitar su inocencia.

Pero establecer los límites del maltrato es un tema complejo, hasta donde una conducta no es maltrato y a partir de qué momento se la puede considerar como tal.

Por maltrato infantil se entiende: “Toda acción por acción u omisión cometidos por individuos, instituciones o por la sociedad en general, y toda situación provocada por estos que prive a los niños del cuidado, de sus derechos y libertades, impidiendo su pleno desarrollo”. (Barudy, 1998).

Una vez que conocemos qué es maltrato, debemos tener en cuenta la diversidad de agentes que intervienen en una situación de este tipo: no solo el niño que sufre el maltrato y su familia, sino también el contexto cercano y lejano que les rodea como el barrio, el colegio, la familia extensa, los recursos sociales existentes... De esta forma, el maltrato infantil debe ser comprendido desde una perspectiva multifactorial, en la cual las influencias de distintos factores de riesgo derivan hacia el desarrollo y mantenimiento del maltrato infantil.

También hay que tener en cuenta que en ocasiones la intención de los padres al utilizar el maltrato es educar a sus hijos. El maltrato como consecuencia puede ser debido a que ha sido aprendido en la familia de origen como procedimiento a la hora de resolver situaciones problemáticas, a la ignorancia de otros métodos de educación alternativos y a que son procedimientos menos costosos implicando poco esfuerzo y tiempo.

En ocasiones la interacción padre-hijo se ve afectada por una inadecuada interpretación de las demandas de sus hijos, como en el diálogo siguiente:

  • -Papá, ¿cuanto ganas por hora? -con voz tímida y ojos de admiración, un pequeño recibía así a su padre al termino de su trabajo.-
  • El padre dirigió un gesto severo al niño y repuso:
  • -Mira hijo, esos informes ni tu madre los conoce. No me molestes estoy cansado.
  • -Pero papá -insistió- dime por favor, ¿cuanto ganas por hora? - La reacción del padre fue menos severa. Solo contestó: 200 pesos la hora.
  • Papá, ¿me podrías prestar cien pesos? - pregunto el pequeño.
  • El padre, lleno de cólera y tratando con brusquedad al niño, dijo:
  • -Así que esa era la razón de saber lo que gano. Vete a dormir y no me molestes, muchacho aprovechado.
Había caído la noche. El padre meditó sobre lo sucedido y se sintió culpable Tal vez su hijo quería comprar algo. Para descargar su conciencia dolida, se asomo al cuarto de su hijo. Con voz baja pregunto al pequeño:

  • -¿Duermes, hijo?
  • - Dime papá- respondió entre sueños
  • - Aquí tienes el dinero que me pediste - respondió el padre
  • - Gracias, papá- contesto el pequeño. Y metiendo su mano bajo la almohada, saco unos billetes.
  • - ¡Ahora ya complete, papá! Tengo 200 pesos. ¿Podrías venderme una hora de tu tiempo?
Un estudio realizado por Juste y cols. (1997) sobre las actitudes de los españoles ante el castigo físico infantil (bofetadas, azotes, palizas ... ) encontraron que un 20% de las personas que conviven con sus hijos menores de 18 años consideran que es absolutamente imprescindible dar a un niño un azote o una bofetada "muchas veces"; ascendiendo a un 47,2% los que lo consideran absolutamente imprescindible “algunas veces” y a un 53,2% los que opinan que “nunca” es absolutamente imprescindible pegar a un niño, lo que no quiere decir que no se haga en alguna ocasión.

Sólo un 50% de los casos de maltrato infantil son denunciados. A diferencia de otras situaciones, en los casos de maltrato infantil generalmente la víctima no denuncia el hecho, como tampoco pide ayuda el agresor.

Es necesario insistir en la complejidad de la denuncia en los casos de maltrato en la familia. La víctima generalmente es muy pequeña para hacerlo y mantiene una relación de afecto y dependencia con el agresor. Debe ser una preocupación central de la sociedad proteger al niño, y para ello asegurar mecanismos de denuncia eficientes, de fácil acceso y con
atribuciones para actuar tan rápido como la situación lo requiera.

Se deben implementar redes a nivel comunitario que permitan la detección del maltrato y una rápida denuncia. Al mismo tiempo, es fundamental la capacitación de los educadores y de todos aquellos funcionarios que por su trabajo tienen relación con los niños agredidos.

Se considera como factor protector la sensibilización hacía los malos tratos, las normas culturales opuestas al uso de la violencia y promoción del sentido de responsabilidad compartida en el cuidado de los niños.

Bibliografía:

  • Arruabarrena, Mª I. y Paul J. (1994), Maltrato a los niños en la familia. Ediciones pirámide, S.A. Madrid.
  • Maltrato Infantil: los golpes ocultos. www.aacap.org/publications/apntsfam/chldabus.htm-8K.
  • Maltrato Infantil www.Slaq.prw.net/abusos.
  • UNICEF-maltrato infantil www.uniceflac.org/español/textos/ppdfmalt.2htm.

MARÍA QUINTAS Y MERCEDES PRIETO
Coordinadoras REA Salamanca y profesoras de Criminología de la Universidad de Salamanca

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